El sector turístico en España empieza a mirar con preocupación al verano. El lento ritmo de vacunación de la población, el mantenimiento de los cierres perimetrales autonómicos para evitar una cuarta ola de la pandemia tras Semana Santa o el fin de la prórroga de los ERTE el 31 de mayo invita a pensar que el turismo necesita algo más que recuperar simplemente la movilidad para salir del coma inducido en el que se encuentra. Y más cuando la temporada alta ni siquiera está asegurada para aligerar el impacto de estos meses de parálisis.