Dado que se espera que la inflación continúe su tendencia a la baja y que los bancos centrales puedan adoptar una postura más acomodaticia, creemos que el entorno es propicio para que la deuda pública europea se fortalezca en 2024.
El retroceso de la inflación es positivo. A medida que se moderen las presiones sobre los precios, los bancos centrales deberían empezar a suavizar su sesgo restrictivo, lo que podría conducir a recortes de tipos hacia mediados de 2024. Aunque la retórica en las próximas semanas puede seguir siendo prudente, haciendo hincapié en la necesidad de mantener ancladas las expectativas de inflación, la tendencia subyacente sugiere un cambio hacia una postura política más moderada.
Es probable que los tipos de la zona euro, tras el movimiento a la baja observado a partir de noviembre, se mantengan dentro de un rango durante unos meses más. Todo ello a la espera de una mayor consolidación del escenario macroeconómico y del descenso de la inflación. Con un crecimiento probablemente en su fase más débil, se espera una recuperación en el segundo semestre de 2024 que debería beneficiar al crédito europeo.