Las cajas rurales siguen sacando partido del desapalancamiento por el que atraviesa el sector bancario en España, que se traduce en miles de despidos o prejubilaciones y el cierre de no pocas sucursales. Cada vez es más difícil encontrar una oficina bancaria operativa, cuando no hace mucho convivían en una misma calle varias. Y la Comunitat Valenciana sabe mucho de ello, dado que el boom del ‘ladrillo’ de mediados del siglo actual provocó que entidades foráneas abriesen por estos lares al calor de alguna promoción inmobiliaria conseguida… hasta que pinchó la burbuja en 2008.