El Fondo sitúa a España entre los países destacados por su respuesta fiscal fuerte y entre los que han introducido medidas destinadas a colectivos vulnerables como transferencias de rentas, aplazamientos de impuestos o suspensiones del pago de deudas. Los técnicos del Fondo, en efecto, valoran la respuesta fiscal “rápida y considerable” en “muchas economías avanzadas”, un grupo en el que incluyen a España junto a EE UU, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Japón y Australia. Estas medidas, agregan, “tendrán que ser escaladas si los paros en la actividad económica son persistentes o si la aceleración una vez se levanten las restricciones es demasiado débil”.
Para poner en perspectiva la cifra española (-8%), es útil trazar una comparación con el año más crudo de la crisis financiera global, 2009, cuando el PIB se desplomó un 3,6%. O el de la crisis de deuda soberana de 2012, cuando la actividad cayó un 2,9%. En el lustro de la crisis completo (2009-2013) España perdió algo más de lo que se dejará este año: un 8,5%. A diferencia de entonces, cuando la caída se extendió durante varios ejercicios, esta vez todo apunta a un hundimiento desconocido por varias generaciones pero circunscrito a un solo año.