El Ministerio de Sanidad aceptó el viernes la mayor parte de avance de fase que solicitaron las comunidades autónomas. Solo se las ha denegado a Andalucía, que pedía que algunas zonas de Málaga y Granada avanzaran, estarán unos días más en fase cero la totalidad de estas dos provincias, a Castilla-La Mancha, donde han quedado fuera Toledo, Ciudad Real y Albacete; y la Comunidad de Madrid. Tampoco ha atendido la totalidad de la petición de la Comunidad Valenciana, donde han quedado fuera algunas áreas. El Gobierno ha desoído también las pretensiones de Asturias, que pretendía que dos territorios pasasen directamente a fase 2.
Además de estos territorios no pasarán, ya que no lo habían pedido, la mayor parte de Cataluña, excepto las zonas sanitarias de Terres de l’Ebre, Camp de Tarragona y Alt Pirineu-Aran y casi toda Castilla y León, donde sí lo harán 26 áreas sanitarias.
Las zonas que han avanzado tendrán que estar, salvo excepciones extraordinarias, 14 días en la nueva fase. Es el tiempo necesario para conocer si el relajamiento de las medidas ha provocado aumento de casos o rebrotes. “Si las cosas avanzaran de forma magnífica, lo podríamos considerar, pero va a primar la prudencia”, ha dicho el ministro Salvador Illa. Las que permanecen en la cero, podrán volver a solicitarlo en cuanto cumplan los requisitos. La orden ministerial establece un plazo de una semana para responder a estas peticiones.
En la nueva fase seguirán rigiendo horarios separados para la actividad física, si bien las comunidades podrán adaptarlos a sus características. Algunas solicitaban cambios para que los niños no tuvieran que salir en las de más calor. Pero los ciudadanos podrán reunirse a cualquier hora para verse en casas o en terrazas o al aire libre, siempre con un límite máximo de 10 personas, respetando una distancia de dos metros y extremando la higiene. Se podrá hacer en cualquier parte de la unidad territorial de referencia (provincias en la mayor parte de los casos y zonas sanitarias en Castilla y León, Comunidad Valenciana y Cataluña). La posibilidad de control se hace ahora prácticamente imposible, como ha reconocido Illa: “Hay una casuística infinita y hay que apelar a la responsabilidad individual. Toda prudencia es poca en decisiones complejas, sin precedentes, que requieren más que nunca de disciplina social”.