La deuda corporativa de los mercados emergentes se ha convertido en un activo útil que tiene la capacidad de poder generar rentas a aquellos inversores a los que un entorno de tipos ultrabajos les ha dificultado la tarea de encontrar ingresos. Se trata de un segmento de la renta fija que potencialmente puede ofrecer a los inversores rendimientos superiores que los de los mercados desarrollados; y, además, con un nivel de riesgo razonable.