El sector turístico confirma sus peores pronósticos para el año que acaba de cerrar, con una pérdida de facturación superior a los 106.000 millones de euros (una caída de casi el 70% con respecto a 2019) y ya ha dejado de ser el motor de la economía, pues el peso del sector sobre el PIB ha caído del 12,4% al 4,3%, un tercio. La actividad ha cedido a niveles de hace 20 años.